25- Mayo - 2014
DESAMORTIZACION Y
ABOLICION DE LOS SEÑORÍOS
La conquista por Jaime I del Reino de
Valencia, supone para los pobladores el cambio de hombres libres al régimen de
semiesclavitud ya que pasaban a estar sujetos a la voluntad del dueño o señor
feudal, que en el caso de Albalat fueron
desde el Obispo de Zaragoza a la marquesa de Bèlgida, pasando por Gonçal
García, Pedro Maça de Lizama, los Borja y los Soler. Dichos señores eran dueños
de vidas y haciendas y a ellos no solo se les tributaba en dinero y especie,
sino que se les debía sumisión y jurisdicción.
Los procesos de desamortización y abolición
de los señoríos se iniciaron a finales del siglo XVIII, cuando confluyeron una
serie de cambios económicos, sociales e ideológicos que dieron lugar a una nueva
concepción del mundo y de la sociedad. En ella, los privilegios de sangre o de
clase fueron sustituidos por los derivados del trabajo y de la economía, y es que la burguesía había llegado a tal
grado de pujanza intelectual y financiera que reclamaba para sí un poder que la
tradición le negaba. De ahí que la ruptura con el pasado fuera más una
necesidad para alcanzar sus objetivos, que una consecuencia de los
acontecimientos revolucionarios, plasmados en América por la independencia de
los Estados Unidos y en Europa por la Revolución Francesa.
Calificamos
como revolucionario el proceso que se inicia en 1798, cuando Godoy a la sazón valido de Carlos IV decreta la primera
desamortización.
Debido a la mala gestión que se hizo de los
recursos, la nación estaba en bancarrota y la salida más fácil fue poner en el
mercado, mediante subasta pública, las tierras y bienes no productivos en poder
de la llamadas “manos muertas”, casi siempre de la Iglesia Católica o las
Ordenes religiosas y territorios nobiliarios, que los habían acumulado como
habituales beneficiarias de donaciones, testamentos y abintestatos.
Mediante esta decisión se acrecentó la
riqueza nacional y se creó una burguesía y clase media de labradores
propietarios. Además, el erario obtenía unos ingresos extraordinarios con los
que se intentaba amortizar los títulos de deuda pública.
La agricultura de la comarca de La Ribera en
los últimos años del siglo XVIII y
primeros del XIX tiene dos vertientes:
-
Por una
parte, los enfiteutas, que tenían economía muy sana pues
disponían de mano de obra muy barata, se enriquecieron
con los cultivos de arroz (de las
tierras ganadas a la Albufera) y de la morera,
-
Por otra las familias con economía de
subsistencia, que son la
mayoría
tiene unos años catastróficos con
cosechas pobres y
desastres climatológicos como nevadas, inundaciones y
lluvias.
El trigo que es uno de los alimentos básicos
sube tanto de precio que a la población
no le alcanza el salario para adquirirlo, produciéndose protestas y
altercados en muchos pueblos de la comarca. La cosecha de arroz del año 1801 fue desastrosa, pues en Septiembre se produjo
una riada que la destrozó, con lo que se
caldeó más el ambiente.
El dos de Septiembre, Mariano Rubio, arrendador
del Conde de Orgaz y Sumacàrcer, murió por un tiro de escopeta.
El diecisiete del mismo mes se produjeron
revueltas en Catarroja y Alberic, y posteriormente el 20 en Alginet y
Sollana, el 22 en Benifaió y el dos de
octubre en ALBALAT.
En todas las poblaciones, marchaban los
amotinados acompañados de trompeta y redoble de tambor, invitándose a la
población a no temer represalias del señor del lugar y a abrir tabernas,
carnicerías, tiendas y demás negocios que hasta ese momento se consideraban regalías
del mismo.
Hubo las consabidas refriegas, nuevas
protestas y esperadas represalias, pero el proceso se había iniciado y en estos
tiras y aflojas llegó la invasión napoleónica y la formación en Cádiz de las
Cortes.
En 1808, se produce la invasión napoleónica
y aunque tanto los Reyes, como el
Príncipe de Asturias y el propio Godoy colaboran con los franceses, la Nación española se constituye en legítima
señora de sus libertades, derechos y soberanía, formándose unas Cortes, que reunidas en Cádiz, con representantes de
todos los territorios, dictan la abolición de los señoríos, que es proclamada
el 1 de Julio de 1811. En dicho decreto quedan abolidas las
prestaciones personales y el vasallaje al señor, pero se les mantiene la
propiedad privada.
Dice el Decreto :
“ Deseando las Cortes generales y
extraordinarias remover los obstáculos que hayan podido oponerse al buen
régimen, aumento de población y prosperidad de la Monarquía española, decretan
:
-
Desde
ahora quedan incorporados a la nación todos los señoríos jurisdiccionales de
cualquier clase y condición que sean.
-
Se
procederá al nombramiento de todas las Justicias y demás funcionarios públicos
por el mismo orden y según se verifica en los pueblos de realengo.
-
Quedan
abolidos los dictados de vasallo y vasallaje, y las prestaciones así reales
como personales, que deban su origen a título jurisdiccional, a excepción de
las que procedan de contrato libre en uso del sagrado derecho de propiedad.
-
Los
señoríos territoriales y solariegos quedan desde ahora en la clase de los demás
derechos de propiedad particular, si no son de aquellos que por su naturaleza
deban incorporarse a la nación, o de los en que no se hayan cumplido las
condiciones con que se concedieron, lo que resultará de los títulos de adquisición.
-
Por lo
mismo los contratos, pactos o convenios que se hayan hecho en razón de
aprovechamientos, arriendos de terreno, censos, u otros de ésta especie,
celebrados entre los llamados señores y vasallos, se deberán considerar desde
ahora como contratos de particular a particular.
-
Quedan
abolidos los privilegios llamados exclusivos, privativos y prohibitivos que
tengan el mismo origen de señorío, como son los de caza, pesca, hornos,
molinos, aprovechamiento de aguas, montes y demás; quedando al libre uso de los
pueblos, con arreglo al derecho común, y a las reglas municipales establecidas
en cada pueblo.
-
En
adelante nadie podrá llamarse Señor de vasallos, ejercer jurisdicción, nombrar
jueces, ni usar privilegios y derechos comprendidos en este decreto; y el que
lo hiciere perderá el derecho al reintegro en los casos que quedan indicados.
D.ANTONIO LLORET
Uno de las personalidades más activas en la
elaboración de éste decreto fue el abogado valenciano hijo de Alberic Antonio
Lloret, que tenía entablados muchos
pleitos contra el Duque del Infantado que era dueño de muchos señoríos y
antepasado de la actual duquesa de Alba.
A personalidades como D. Antonio Lloret, les
debemos la libertad.
En
el Programa de la Feria y Fiestas a San Juan
de ALBERIC correspondiente al año 1971, el historiador y actual Secretario del Consell
Valencià de Cultura D. JESÚS HUGUET, escribe un artículo dedicado a su ilustre
paisano D. ANTONIO LLORET, para mí una de las personas que más ha luchado por
la libertad de su pueblo y de toda
España.
El artículo tiene como base bibliográfica la obra “ Els valencians de
les Corts de Cadis” de M. Ardit. Editorial Dalmau.
Transcribo literalmente el escrito, pues resume en el mismo todo el
sentir y admiración que por él tenemos ambos.
“
Si los hombres somos producto de unas circunstancias (tanto geográficas como
morales) cabe suponer que las comunidades donde se dan nombres ilustres están
predispuestas a ello, no apareciendo aquellos por simple generación espontánea,
sino por lógica razón en el devenir de un pueblo.
El
melancólico recuerdo del pasado es desde luego producto de esta idea. Si hay
prohombres, lógicamente la comunidad está desarrollada, si más no, por lo menos
espiritualmente. Sin embargo, olvidamos
continuamente que las razones para la aparición de un líder proceden no tanto
de una situación bienestante, como de una conflictiva. Este es caso de ANTONIO
LLORET y de ALBERIC en su tiempo.
ANTONIO
LLORET representa, sin duda, el ejemplo de entrega a una comunidad, más sincera
de toda la historia local. LLORET forma
parte, con Joseph Martinez, Joaquín Llorenç, Villanueva, Joseph Castelló,
Francesc Serra, etc., del GRUPO DE VALENCIANOS en las Cortes de Cádiz; grupo que a pesar de
no formar un cuerpo vertebrado dará fe de una serie de problemas, que aún hoy
se dan en nuestro país. Pero la
actuación de LLORET, en Cádiz, viene dada por su situación especial en el
conflictivo caso en el que se halla inmerso: el proceso de Alberic con el Duque
del Infantado, a causa del Señorío.
Los
Señoríos, reminiscencias de épocas medievales, en que el premio del rey al
caballero que le había prestado ayuda en la reconquista de territorios
musulmanes, se concretaba con el total o parcial derecho sobre unos
territorios, tenía en Alberic uno de los casos mas graves y conocidos. Por una
serie de enlaces matrimoniales entre las distintas familias nobiliarias del
territorio español, la Baronía de Alberic había ido a engrosar el patrimonio de
la castellana casa del Duque del Infantado. El abuso en los impuestos y
derechos, de los que hacía uso la casa castellana (40.000 pesos), hacen
exclamar a Antonio Lloret, dirigiéndose a los representantes de las colonias
americanas en las Cortes: “… con cuyos
antecedentes pregunto a los señores americanos si hay en Perú alguna mina que
dé tanto producto como Alberic”.
El
alberiquense reunía en su persona distintas razones para hablar con claridad y
apasionamiento en el Parlamento: su naturaleza, su labor como abogado de la
Villa para la defensa de sus derechos contra el Duque, y su gran talla como
hombre público. Su nombre aparece en las Cortes de Cádiz como uno de los
grandes defensores del pueblo contra los intereses feudales y de clase, y a él
se debe en buena parte que en Cádiz se diese fin al problema de los Señoríos
(aunque posteriormente volviese a plantearse el problema a raíz de los vaivenes
políticos del reinado de Fernando VII ).
El
radicalismo de LLORET, a la hora de defender los derechos de su ciudad, nos lo
presentan, a casi dos siglos de distancia, como uno de los más clarividentes
miembros de unas Cortes que han pasado, justamente, a la historia por su clara
visión de un futuro más liberal y justo.
LLORET fue quien primero esbozó en Cádiz el problema de los Señoríos.
Quien no cejó hasta ver a su pueblo desligado de unas rancias ataduras
feudales. ….
ANTONIO LLORET abogado insigne y diputado en las
Cortes de Cádiz, peleó hasta conseguir que su pueblo se viese libre,
consiguiendo la abolición de los Señoríos. Pero no sólo se benefició Alberic, sino
todas las poblaciones que estaban
en su misma situación.
Sin
sacar los hechos del contexto en que sucedieron, pienso que si dedicamos calles
y plazas al rey D. Jaime y sus sucesores, que fueron los creadores de los
Señoríos, (y por tanto de causarnos el vasallaje) y a los señores feudales que
nos explotaron, debiéramos honrar con
mayor merecimiento a hombres como ANTONIO LLORET, a quien también ALBALAT DE LA RIBERA debe el
que se aboliesen los derechos de sus señores feudales, consiguiendo recuperar
el don más preciado que tiene la persona: LA LIBERTAD.
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